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Día Internacional de las Familias: Mujeres al timón en casa. Navegando la tormenta del coronavirus.

Hablar de la familia en la situación distópica y excepcional que estamos viviendo en la actualidad, adquiere, si cabe, mayor relevancia. Este 2020, el Día Mundial de la Familia se celebra en un momento en el que el concepto de familia se ha intensificado a muchos niveles por la situación de confinamiento que atraviesa el país.

En este nuevo contexto, en el que la cuarentena y el teletrabajo han modificado por completo la rutina de todos los españoles, tanto padres como madres se han enfrentado a la difícil tarea de compaginar trabajo, cuidado de los hijos y tareas domésticas. Sin quitar mérito al esfuerzo de todos por adaptarse del día a la noche a esta nueva realidad forzada, son varias las investigaciones que apuntan a las mujeres como las más perjudicadas por el encierro.

A pesar de que los nuevos datos alertan de que este retorno forzado a la domesticidad está pasando especial factura al género femenino, no podemos obviar que estas desigualdades ya estaban muy presentes antes del confinamiento. Hoy, en el día dedicado a las familias, y en este momento de parón generalizado que nos otorga un tiempo antes inexistente, es momento de reflexionar y apostar por cambios que nos permitan avanzar como sociedad hacia la igualdad doméstica.

Las mujeres siguen haciendo más trabajo doméstico y de cuidado de los hijos, casi el doble, que sus parejas masculinas. El informe sobre el coste de oportunidad de la brecha de género en la conciliación de ClosinGap pone de relieve el desigual reparto de tareas en el seno del hogar.  Las cifras hablan por sí solas. Las mujeres dedican una hora más al día que los hombres a las tareas en casa y una hora más al cuidado de los niños.

Ya sea que trabajen fuera de casa o se dediquen al cuidado de los hijos a tiempo completo, las mujeres son el pilar familiar. Ellas son las encargadas del seguimiento de las actividades diarias y de coordinar y gestionar los horarios de todos los miembros, haciendo malabares para llegar a todo. Supervisan la educación de los hijos y son el motor que mantiene a la familia en movimiento. Es el tipo de trabajo que parece que solo se nota cuando no se hace. El llamado “trabajo invisible”, un esfuerzo entre bastidores, que no es remunerado ni reconocido, pero es absolutamente esencial.

Esta disparidad repercute y de forma muy negativa en otros ámbitos de la vida de las mujeres, como su desarrollo profesional. Ascender en el mercado laboral implica de una alta dedicación y de largas jornadas, muchas veces incompatibles con la crianza de los hijos. ClosinGap, en su informe sobre el coste de oportunidad de la brecha de género en el empleo, ponía de manifiesto que las mujeres cobran al año cerca de un 22% menos que los hombres con una diferencia de 5.784€, y ellas solo ocupan un 8% de los cargos de presidencia y un 9% de los de alta dirección.  La falsa corresponsabilidad en los roles familiares y domésticos y la falta de conciliación laboral frenan la trayectoria profesional de la mujer y le impiden estar al mismo nivel que sus homólogos masculinos.

04 diciembre
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